Yo soy yo.
Soy ser humano.
Nada de lo que toca a otros seres humanos me es desconocido o extraño. Todas las mujeres y los hombres son mis hermanas y mis hermanos.
Soy Americano.
Los sueños de los millones de indígenas e inmigrantes quienes sudaron, lucharon y murieron por sus sueños, todo esto es mi herencia. Estos sueños aún no se han cumplido. Por lo tanto, mi herencia me impone la responsabilidad de seguir en la lucha para que estos sueños se cumplan.
Soy Judío.
Mis raíces se encuentran en la profundidad de los milenios que dieron forma a la cultura de mi pueblo. Mi pueblo no ha sido el escogido, mi pueblo es único, así como cada pueblo es único.
El sueño de la libertad de Moíses es mi legado, así como los piquetes en las maquiladoras. Soy descendiente de los profetas y de los levantamientos en los guetos y los campos de muerte. Mi herencia está en las canciones de Hirsh Glik y de Salomón, en la sabiduría de Spinoza, Sholem Aleykhem y de Perets, en el heroísmo de los Macabeos y de Hannah Senesh. La belleza del sueño de mi pueblo encuentra su voz en Yiddish, en Hebreo, en Ladino y en todas las lengüas de la tierra – el sueño de un mundo mejor, más humano.
Soy Judío
Cada persona debe tener sus raíces y estas son las mías.
Yo soy yo.
Mi mirada y mis esperanzas están puestas en el futuro. Mi identidad y mi fuerza vienen del pasado y del presente. Desde la herencia de nuestros ayeres, ayudaré a construir un mañana más justo y pacífico para toda la humanidad.
Text by Hershl Hartman. Translated by Claudia Vizcarra